Fue en el barroco y fueron los italianos. En ese momento y
en ese lugar aparecieron los conciertos. Por supuesto que el principio de contraste
entre uno o pocos, por un lado, y muchos, por otro, existe desde hace miles de
años, pero el género concierto, tal como lo conocemos actualmente, surgió en
Italia en el período mencionado.
Se considera que en la época de Bach había en Europa tres diferentes
estilos dentro de la llamada música clásica: el italiano, el francés y el
alemán. Y también se considera que Bach hizo la fusión de esas tres formas
nacionales de componer.
Siempre me ha llamado la atención su capacidad para asimilar, a distancia física por lo
menos, los distintos lenguajes musicales de su tiempo.Bach nunca salió de su
país. El viaje más largo que realizó fue, probablemente, de joven y a pie, para
escuchar a Buxtehude en la ciudad de Lübeck. Sin embargo, estaba muy enterado
de lo que ocurría musicalmente en otros países. Copió (procedimiento formativo
habitual en la época) y más tarde, en algunos casos también transcribió, obras
de decenas de autores italianos, franceses y alemanes. Algunos muy conocidos,
otros no.
El nombre del concierto que nos ocupa es un reconocimiento
del liderazgo de los compositores italianos (especialmente de Vivaldi) en la
determinación de algunas características del género. Por ejemplo, la división
en tres movimientos (rápido-lento-rápido) y, también, la utilización de un solo
instrumento solista.
Este 2º movimiento tiene forma binaria. Ambas partes constan
aproximadamente de la misma extensión. La primera se inicia con una introducción de tres
compases, tras la cual comienza una
melodía muy particular, tan particular como lo que toca la mano izquierda. En
principio se podría pensar que se trata de una melodía acompañada, pero ¿será únicamente
eso?
El “acompañamiento” está abrumadoramente construido sólo por
corcheas, siempre con el mismo diseño: segunda y tercera corcheas de cada
compás hacen oír una nota grave, repetida; las otras cuatro forman, salvo muy
pocas excepciones, uno de estos dibujos,
con la “dulzura” de las 3as. armónicas y en el registro medio:
La insistencia en el
mismo diseño y en el mismo ritmo podría resultar monótona, pero –para mí por lo
menos- no es así: el material de la mano izquierda tiene interés en sí mismo
(la nota grave repetida opera como un bajo que contrasta con las otras notas,
mucho más melódicas, en otro registro y con una continuidad interrumpida en
cada compás por aquellas notas graves), y también lo tiene la interacción de
esas cuatro notas con la melodía de mano derecha, que nos ubica en un terreno
más contrapuntístico que el meramente armónico de una melodía acompañada. A
este acompañamiento sui generis hay
que agregar la naturaleza del material de la mano derecha,que crea un contraste
radical con el en cierto sentido monolítico cimiento sobre el que está
construido.
Un elemento que me sorprende (gratamente) es la primera nota
de la melodía. Después de tres compases introductorios en los que se han
escuchado tónica, subdominante y dominante de re menor, la tonalidad principal del movimiento, se oye un la agudo, el 5º grado, que no aparece en
el 3er. compás, constituido justamente por la función dominante (en su versión
sustituta). Este hecho (y, además, que suene con una armonía de 1er. grado) le
da a la nota un carácter novedoso que contribuye, de manera importante, a la
expresividad del momento.
La melodía es un arabesco de largo aliento, con descansos
métricamente irregulares. Tiene muchísimas síncopas y figuras de distinto valor
(otro marcado contraste con la mano izquierda). Predominan los grados conjuntos
(el intervalo más melódico), aunque son también frecuentes los saltos e,
incluso, en menor cantidad, los arpegios.Sólo muy de vez en cuando Bach recurre
a la repetición de diseños rítmicos o a la utilización secuencial de diseños
melódicos.
Tanto la síncopa como el descansar en diferentes puntos del
compás le da a este transcurrir melódico una marcada imprecisión métrica, lo
que constituye otro contraste con la regularidad de la
mano izquierda. Además, a causa de la síncopa, se producen numerosos “huecos”
en el ataque de los sonidos de mano derecha, lo que permite una audición más
clara de lo que ocurre en la izquierda.
Como se dijo, el movimiento está en re menor. La única modulación es a la relativa, Famayor,
en que finaliza la primera parte (c. 27). Renuncia durante este compás a
las 3as. consonantes y utiliza dos disonancias (además, por supuesto, del
movimiento melódico la, si, do#, re)
para regresar a la tonalidad principal,
en donde se mantiene hasta el final.Ambas
partes inician y finalizan con pedales armónicos. Los pedales más largos están
sobre las dominantes (Do de Fa y La
de re), lo que produce una
tensión armónica de largo aliento. Del mismo modo operan, en los segmentos centrales,
los encadenamientos por 5as. (en la segunda parte hay un círculo diatónico
completo) y secuencias (que se cumplen sólo en mano izquierda, bajo una derecha
absolutamente libre), que generan movimiento. Todo lo señalado está creando
expectativa de resolución. Y todavía habría que agregar la tonización final a
la subdominante (típica de las formas binarias) que, al convertir
transitoriamente el Re en V/iv, prolongala tensión de la dominante, posterga aún más la
resolución.
Es llamativo y de una
extremada expresividad el uso del semitono, en especial –pero no únicamente-
del que se forma al usar distintas versiones del 6º grado en el inestable modo
menor: en este caso elque se encuentra entre si y sib. (En la pequeña
tonización del c. 33 hallamos el si,
no como 6º grado de re, sinocomo
sensible dedo.)
En la proximidad del final del movimiento el cromatismo se
acentúa. En los compases 41 a 43, por ejemplo, encontramos si y sib, sol y sol#,
fa y fa#, algunos de ellos varias
veces en el mismo compás. También, como elementos que incrementan la tensión,
dos 7as. disminuidas y dos tritonos melódicos. Y en la cadencia final, como
para recordarnos la afición cromática anterior, el bajo llega a la última dominante
por el movimiento si, sib, la, sol#.
No sé si los lectores estarán de acuerdo, pero este
movimiento es, para mí, uno de los más bellos que ha compuesto Bach, lo que es
mucho decir.
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